En el mundo de la belleza existen muchos mantras. Hay muchas y distintas visiones de como crear una rutina cosmética. De cuántos pasos. De cuáles ingredientes tienen que aparecer en esta. Hay rangos de precio distintos. Una rutina cosmética puede ser lavarte el rostro y ponerte un simple sérum.
Para otra persona puede ser: realizar varios pasos de la rutina cosmética mientras escucha música relajante; encenderse una vela; meditar 20 minutos e irse a dormir.
Todo está bien, mientras no te pese hacerlo.
Cuidarme la piel fue para mí (y durante bastante más tiempo del que me gustaría) un enorme peso. Una consecuencia con la que tenía que lidiar de mi vida que no me gustaba. Tener rosácea, pues que quieres que te diga, no me apetecía. No era de buen gusto y “tener que” cuidar de ella era para mí una carga. No quería desperdiciar mi tiempo con eso. Tanta gente vivía sin este problema..
Evidentemente ha llovido mucho desde entonces. Me hablo y me cuento otra historia ahora: que me cuido la piel para estar bien por dentro y por fuera. Habrá momentos más duros con rosácea, eso es así. Cuando tienes que ponerte mil cremas del dermatólogo y tomar antibióticos. Esto es cansado, por que se debe tener muchísima constancia durante un período de tiempo. Pero no siempre será así.
Ahora, tras mucho tiempo, he descubierto que yo decido qué hago con mis rutinas. Yo decido cuáles son los ingredientes que me interesan y yo decido qué me pongo, qué me gasto y cómo lo disfruto.
¿Que qué me cuento? Me cuento que cada mañana que uso mis cremas es para cuidar de la salud de mi piel. Pero si un día me apetece una rutina mucho más corta y minimalista, voy a por ello. Me cuento, que por la noche me gusta probar texturas. Pero puedo cambiar de idea y querer hacer algo rápido para ponerme a leer ese libro que me gusta. Esto es para mí el bienestar y el descanso que mi piel (también) necesita.
Mi objetivo es muy muy claro. Yo me cuido la piel para que esté sana. Para que me haga la vida más fácil.
He pasado muchísimos años experimentando inseguridades, malestar y falta de autoestima como consecuencia de la salud de mi pie. Si una crema me ayuda a mejorar marcas, arrugas de expresión, luminosidad… evidentemente lo agradeceré pero no es mi objetivo. Envejecer es vivir. (Aunque por favor, el SPF SIEMPRE).
Tras esta introducción quilométrica, me dispongo a enumerar esos productos que me hacen la vida más fácil (y no todo es 1 cosmético).
Las listas están de moda y aunque no me gusta mucho sumarme a las tendencias, esta vez os traigo una lista de esos productos de cosmética, nutricosmética y demás que me hacen la vida más fácil.
Hay favoritos de siempre pero también cuento con novedades y últimos descubrimientos.
Empezamos con nutricosmética: el CLEAN de Superlativa, una marca española que trabaja con adaptógenos (¡cómo me gustan!). CLEAN es un “tónico” que ayuda, que refuerza las funciones de nuestro hígado para depurar bien los alimentos. Ayuda a detoxificar. Dos pipetas en 1 litro y medio de agua y la verdad, yo lo noto. Menos hinchazón. Mejores digestiones. Más ligereza. Lo usé durante un par de semanas antes de ir de viaje y no he tenido ningún día con problemas típicos del comer diferente en otros países. No me lo llevé, pero ya de vuelta, he recurrido a él por supuesto. Importante ser constante, eso sí.